¿Por qué caemos?
Jueces 14
Si usted no se ocupa de sus
debilidades, éstas le destruirán. Las vulnerabilidades pueden acercarle más a
Dios o volverlo ciego a su amor. José y Sansón enfrentaron tentaciones
semejantes, pero respondieron de manera muy diferente. Día tras día, la esposa de
Potifar trató de seducir a José, pero él rechazó sus proposiciones (Gn 39.7-9). Sansón, en cambio,
cedió voluntariamente ante Dalila (Jue 16.15, 16).
Sansón fue consagrado a Dios, y el
Espíritu Santo se movía en su vida (13.25). No obstante, eligió la senda de la
intemperancia. Por ser demasiado orgulloso para reconocer su debilidad, vivió
negándose a ver la realidad, lo que lo llevó a una falta de disciplina y dejó
la puerta abierta a Satanás. Debido a que justificó su debilidad, ésta creció y
pronto comenzó a dominar su vida. Al escuchar las mentiras del diablo y a gente
impía, cambió la bendición de Dios y su fuerza sobrenatural por el placer
sexual irresponsable. Al final, ¿qué obtuvo? Absolutamente nada.
Si se le da la más mínima oportunidad,
el pecado se infiltrará en su vida y lo afectará todo, incluyendo su fe, su
trabajo, y sus relaciones con familiares y amigos. No hay nada que esté fuera
de los límites. Tal vez usted está pensando que no tiene ninguna debilidad con
el potencial de destruir su vida; eso es porque Satanás ya le ha cegado a la
realidad espiritual que le rodea.
Usted tiene la opción de hacer frente
a la tentación como lo hizo José, o como lo hizo Sansón. En momentos de
debilidad, ¿depende de Dios, le obedece y le pide fuerzas para vencer? ¿O
inventa excusas y se aparta de Él? ¡Qué diferente habría sido la vida de Sansón
si hubiera elegido una respuesta diferente! Tomado de Oneplace.com Encuentro con Jesús.
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