Obediencia-Obedecer
Según el
diccionario Larousse es << sumisión a un superior >> o <<
cumplir la voluntad de quien manda >>. El diccionario Bíblico editorial
Caribe va un poco más allá y nos dice que los términos traducidos por
“Obediencia” son: en el antiguo
testamento shama y en el
nuevo testamento hipakoúo y eisakoúo, que denotan la acción de
escuchar o prestar atención.
Otros términos en el nuevo
testamento son: peítho (ser
persuadido, Rom
2:8) y peitharjéo (someterse a la autoridad, Tit 3:1); Dios
da a conocer su voluntad mediante su voz o su palabra escrita, y frente a ella
no hay neutralidad posible; prestar atención humilde es obedecer, mientras
desestimar la palabra de Dios es rebelarse o desobedecer.
Ahora bien, ¿Por qué a los seres
humanos nos cuesta tanto someternos a la autoridad de nuestro Creador?, aún
cuando creímos y entregamos nuestras vidas a Jesús, todavía hay secuelas de
aquella rebeldía que una vez hubo en
nuestras vidas, cuando éramos dueño y señor de nuestra voluntad; nos cuesta someternos cuando tomamos
decisiones sin consultar a Dios y mas aún cuando al pensar en someternos no
vemos muy claro el beneficio; nos cuesta someternos cuando Dios dice que ame a
mis hermanos pero hay uno o algunos que no soportamos, o cuando aprendemos algo
en las Escrituras pero cuando llega el momento de ponerlo en práctica no nos
importa y actuamos como mejor nos parece, como quien no tiene temor de Dios;
nos cuesta someternos cuando nos resistimos al cambio, no permitiendo al
Espíritu Santo amoldar nuestras vidas para vivir como convertidos sin
arrepentimiento y sin nada que nos diferencie de los incrédulos; que difícil es
someterse a la autoridad divina, podríamos pensar que el hecho de ir a la
iglesia, leer la biblia, cantar y orar es un signo de nuestra obediencia, pero
obedecer a Dios va mas allá, es vivir en integridad, es hacer vivir la palabra
de Dios en nosotros, es presentarse a Dios como obrero aprobado que no tiene de
que avergonzarse y que usa bien la Palabra de verdad así como lo afirma el
Apóstol Pablo en 2Tim 2:15; basta solo con
analizar nuestra vida cotidiana al finalizar un día para darnos cuenta de
cuantos pelones tuvimos ese día.
Luego de esta reflexión, que dicho
sea de paso, toco profundamente mi corazón, pienso que el acto de sumisión es cuestión de decisión; cada uno de nosotros
debe decidir que es lo que mejor nos conviene; nos apoyamos en nuestra propia
prudencia que no nos beneficia en nada o nos
sometemos ciegamente a la autoridad del Todopoderoso y sabio Dios, el cual
sabrá recompensarnos aquí y allá también cuando estemos en su presencia.
Dice la Escritura refiriéndose a
Cristo lo siguiente: “Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló
a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.” Filp 2:8; el Apóstol Pedro nos dice: “Como hijos
obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia, sino, así como Aquel que os llamó es Santo, sed también vosotros
santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: <<Sed
santos, porque Yo soy Santo >>.” 1P 1:14, 15 y 16.
Creo que bien vale la pena obedecer, es lo que Dios espera de nosotros y
es nuestro deber como hijos de Dios, lo cual tuvo un alto precio, quizás
todavía hay muchas cosas que tienen que desaparecer de nuestras vidas tales como vanidad, orgullo,
prepotencia, altivez, susceptibilidad, etc.… Pero con la ayuda de nuestro Dios
podemos salir adelante para vencer, El ve la intención y la disposición de
nuestro corazón, no nos va a dejar solos en esto.
Oscar Molina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario