lunes, 14 de julio de 2014

Lo que nunca cambia


Vivimos en un mundo que día a día experimenta cambios significativos, lo que ayer fue novedad hoy es anticuado. La ciencia y la tecnología se desarrollan a pasos agigantados produciendo cambios trascendentales en nuestras sociedades, nuevas ideologías han tomado fuerza introduciendo así cambios en el ámbito social, político, económico y religioso.
Tenemos por ejemplo que el mapa político del mundo cambió con la caída de lo unión soviética, el armamento que se usa hoy en día para la guerra es distinto y con artefactos que pueden devastar pueblos enteros y a largas distancias; tenemos aparatos electrónicos que nos pueden decir el sexo de un bebe antes de nacer y también el estado de sus órganos y todas las partes internas de su cuerpo. Muchos cambios se están produciendo en la economía mundial, muchos países están llegando con sus productos a los grandes mercados mundiales disminuyendo así el poder económico de los más grandes; pero tenemos también que numerosas y nuevas sectas nos llegan de todas partes del mundo con novedosas ideas y extrañas teologías, y así como estos, también tenemos cambios y avances muy significativos en la carrera espacial, la cibernética  la aerodinámica, etc.
Sin embargo hay algo que nunca cambia a pesar  de que pasan años y años, siglos y siglos, el sentimiento amoroso de Dios hacia el hombre se mantiene igual.
La Biblia dice que “Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8)Distinguido(a) lector, cuando Dios creó al hombre lo hizo perfecto y con mucho amor lo puso en un huerto en Edén (Génesis 2:8), lo colmo de privilegios y le dio la gran responsabilidad de administrar y señorear en toda aquella maravilla que había sido creada (Génesis 1:26 a 2:19). No tenía el hombre falta de ningún bien y su comunión con el Creador era perfecta (Génesis 1:28) pero un día el hombre decidió independizarse de su creador y hacer las cosas a su manera (Génesis 3:6,7) convirtiéndose en un ser desobediente y soberbio lo cual trajo como consecuencia una completa ruptura en la relación que existía entre Dios y el hombre, además se hicieron presentes la miseria el odio y la maldad en todos los sentidos; el hombre se había rebelado en contra de su Creador, desde entonces el hombre ha permanecido alejado y apartado de su Creador, con su orgullo y soberbia el hombre marco su lamentable destino: la muerte eterna (Génesis 2:18).  
Es posible que después de leer la cita anterior usted piense que el hombre no murió y que ha perdurado por siglos, pero la verdad es que por siglos el hombre ha permanecido espiritualmente muerto para Dios, en sus delitos y pecados.  La Biblia dice que “todos están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23) y dice también que “No hay justo ni aun uno y que todos tomaron caminos equivocados, caminos de perversión que no conducen a Dios (Romanos 3:1 al 12).
Amigo(a) lector, el propósito de este tratado es darle a conocer una buena noticia, Dios que no ha dejado de amar al hombre ha provisto el recurso que usted necesita para establecer nuevamente la relación, comunión y comunicación con su creador, ese recurso se llama JESUCRISTO el cual vino a sacrificarse por usted y darle una nueva oportunidad.
La Biblia dice que JESUCRISTO vino a buscarle y a salvarle a usted (Lucas 19:10), también dice que en ningún otro hay salvación (Hechos 4:12).  Tenga presente que nadie ha hecho por usted lo que Jesús hizo, nadie puede darle lo que solo Jesús le puede dar: perdón, salvación y vida eterna.
Déjeme decirle que usted es afortunado(a) pues a usted ha llegado una gran noticia y un gran regalo, no desprecie el regalo de Dios, no le dé la espalda, recuerde que un día estaremos ante su presencia y tendremos que dar cuenta a Dios por nuestras acciones sean buenas o malas   (Hebreos 4:13) (1 Pedro 4:5) (Romanos 4:12).
Distinguido(a) lector si usted quiere apropiarse de ese gran regalo no desprecie esta gran oportunidad que Dios le da, solo tiene que aceptar que JESUCRISTO murió en su lugar, que ese sacrificio es necesario y suficiente para salvarle, confesar a Dios sus pecados e invitar a Jesús a entrar en su corazón (Apocalipsis 3:20). Le aseguro que el Todopoderoso le recibirá con sus brazos abiertos, le acobijara y le dará una nueva vida y vida en abundancia.
Dios le bendiga y comience a vivir una nueva vida en completa relación con Dios.
Oscar Molina.-

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