“Se llevó, pues, David la lanza y
la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que
viese, ni entendiese ni velase, pues todos dormían…” 1 Samuel 26:12.
El
verso anterior es parte del relato que se lee en el libro primero de Samuel en
el capítulo 26 el cual se titula: David
perdona la vida a Saúl en Sif. Allí
se nos cuenta como David tuvo la oportunidad de acabar con su enemigo, pues
todos estaban dormidos e indefensos, pudo haber sido un trabajo muy fácil, sin
embargo David no lo hizo por amor lealtad y obediencia, primeramente a Dios y
luego al Rey.
El
sueño es un estado muy especial y necesario para el hombre, mientras dormimos
nuestros sentidos se desconectan de la realidad, a tal punto que no sabemos
nada de lo ocurre a nuestro alrededor, muchos han sido sorprendidos mientras
duermen por una tragedia con la cual perdieron la vida y ni cuenta se dieron;
pero el sueño es necesario, es el tiempo que nuestro cuerpo usa para reponer
las fuerzas perdidas por el trajín diario, una persona que no duerme podría
verse seriamente afectado de sus nervios lo cual podría desencadenar otra serie
de problemas somáticos.
De
manera que cuando dormimos estamos indefensos y es allí cuando se pone de manifiesto la FE, es allí cuando ponemos toda la confianza en nuestro Creador, es allí cuando
nos apoyamos en sus promesas; porque Dios no es como nosotros, su
palabra nos enseña que El cumple lo que
promete y lo hace porque nos ama
y sabe que tenemos un enemigo que anda como león rugiente buscando a quien
devorar. Por tanto tenemos promesas muy hermosas, fíjese lo que afirma el
Apóstol Juan: “…. pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el
maligno NO LE TOCA” 1 Juan 4:18. Además el
salmista nos anima a confiar en El Altísimo cuando nos dice: “El que habita al
abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente…… Esperanza mía y
Castillo mío; mi Dios, en quien confiaré…… Con sus plumas te cubrirá, y debajo
de sus alas estarás seguro…… Por cuanto en mí ha puesto su amor yo también lo
libraré….” Salmo
91:1, 2, 4,14.
Son muchas las promesas del Señor para sus
hijos, si escudriñamos las Sagradas Escrituras respecto a este tema nos
gozaríamos al ver con cuanto amor y paciencia nos cuida nuestro Creador, y más
aún, para saturarnos de confianza el salmista expresa: “EN PAZ ME ACOSTARE, Y ASI MISMO DORMIRE; PORQUE SOLO TU,
JEHOVA, ME HACES VIVIR CONFIADO.” Salmo 4:8
AMEN, A Él
sea la honra, la gloria y el poder…… por
los siglos Oscar Molina
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