¿Encomendó a Jehová su camino?
En un corto mensaje el
Dr. Charles Stanley dijo. “Todas las personas necesitan dirección divina, pero
para eso tienen que escuchar a Dios y no todos están dispuestos a oírle”.
Son muy ciertas estas
sabias palabras, Dios tiene un plan para la vida de cada persona pero usted
nunca conocerá el plan de Dios para su vida si antes no le oye, y usted dirá
que no es fácil oírle, pero todo depende del método que usted esté siguiendo
para escucharle y depende de cuál sea la autoridad a la cual se sujete, porque
si su autoridad es la Biblia, entonces no será difícil escuchar la voz de Dios.
En el Salmo 37 versos
4 y 5 dice: “Deléitate asimismo en Jehová, Y El te concederá las peticiones de tu
corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará”. ¿Es esto posible? Claro que es posible, el
salmista nos transmite esta enseñanza inspirado por el Espíritu Santo, por lo
tanto no podemos dudar de su veracidad y esto solo será posible si aprendemos a
escuchar a Dios; pero hay algo más, nada haríamos si le escuchamos y no
obedecemos, porque si escuchamos, entendemos y no obedecemos entonces Dios
tendrá que utilizar otros métodos que pueden ser muy tristes y dolorosos, y
todo por nuestra sordera espiritual y nuestra determinación a vivir un
Cristianismo subordinado a nuestra voluntad cuando debería ser al revés.
Encomendar a Jehová
nuestro camino no es solamente ir a la iglesia escuchar y repetir lo que
escuchamos; es vivir una vida comprometida con nuestro Dios, es ponernos a la
orden para obedecer cuando nos manda, es sacrificar nuestro orgullo y nuestro
ego para ser personas sencillas y sinceras a su servicio, una vida clara y
transparente sin nada que esconder, es vivir una vida de oración y adoración;
encomendar a Jehová nuestro camino es entregarnos a El sin reservas permitiendo
al Espíritu Santo llenar hasta el rinconcito más pequeño de nuestra vida. Sin
una vida con estas características Ananías no hubiese podido identificar la voz
de Dios cuando le envió para devolverle la vista a Pablo en Hch 9:10, tampoco
Felipe hubiese entendido cuando el Espíritu de Dios le habló para que le
predicara al Etíope en Hch 8:29, ni el
Apóstol Juan hubiese escuchado la voz de Dios para luego escribir el
Apocalipsis; y así como ellos los patriarcas y profetas, los cuales pudieron
escuchar la voz de Dios para luego obedecerle y completar así un plan divino
ideado por el Creador y para tener un rumbo claro en el plan de Dios para sus
vidas.
Cuando encomendamos a Jehová nuestro camino le estamos
diciendo a Dios “Me pongo en tus manos porque confío en Ti”, o como el profeta
Isaías “Heme aquí envíame mi”,
de manera que entregamos toda nuestra voluntad para que sea Él quien nos dirija
y así poder entender su plan para nuestras vidas. ¿Queremos escuchar la voz de
Dios? Entonces tenemos que escudriñar las sagradas escrituras porque toda la
escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, redargüir, corregir e
instruir en justicia y nos prepara para toda buena obra. No es difícil escuchar
la voz de Dios, solo hay que tener disposición para escuchar y obedecer.
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente
oidores, engañándoos a vosotros mismos”
Santiago 1:22.
Oscar Molina.
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