domingo, 24 de mayo de 2015

¿Encomendó a Jehová su camino?

En un corto mensaje el Dr. Charles Stanley dijo. “Todas las personas necesitan dirección divina, pero para eso tienen que escuchar a Dios y no todos están dispuestos a oírle”.
Son muy ciertas estas sabias palabras, Dios tiene un plan para la vida de cada persona pero usted nunca conocerá el plan de Dios para su vida si antes no le oye, y usted dirá que no es fácil oírle, pero todo depende del método que usted esté siguiendo para escucharle y depende de cuál sea la autoridad a la cual se sujete, porque si su autoridad es la Biblia, entonces no será difícil escuchar la voz de Dios.
En el Salmo 37 versos 4 y 5 dice: “Deléitate asimismo en Jehová, Y El te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará”.  ¿Es esto posible? Claro que es posible, el salmista nos transmite esta enseñanza inspirado por el Espíritu Santo, por lo tanto no podemos dudar de su veracidad y esto solo será posible si aprendemos a escuchar a Dios; pero hay algo más, nada haríamos si le escuchamos y no obedecemos, porque si escuchamos, entendemos y no obedecemos entonces Dios tendrá que utilizar otros métodos que pueden ser muy tristes y dolorosos, y todo por nuestra sordera espiritual y nuestra determinación a vivir un Cristianismo subordinado a nuestra voluntad cuando debería ser al revés.
Encomendar a Jehová nuestro camino no es solamente ir a la iglesia escuchar y repetir lo que escuchamos; es vivir una vida comprometida con nuestro Dios, es ponernos a la orden para obedecer cuando nos manda, es sacrificar nuestro orgullo y nuestro ego para ser personas sencillas y sinceras a su servicio, una vida clara y transparente sin nada que esconder, es vivir una vida de oración y adoración; encomendar a Jehová nuestro camino es entregarnos a El sin reservas permitiendo al Espíritu Santo llenar hasta el rinconcito más pequeño de nuestra vida. Sin una vida con estas características Ananías no hubiese podido identificar la voz de Dios cuando le envió para devolverle la vista a Pablo en Hch 9:10, tampoco Felipe hubiese entendido cuando el Espíritu de Dios le habló para que le predicara al  Etíope en Hch 8:29, ni el Apóstol Juan hubiese escuchado la voz de Dios para luego escribir el Apocalipsis; y así como ellos los patriarcas y profetas, los cuales pudieron escuchar la voz de Dios para luego obedecerle y completar así un plan divino ideado por el Creador y para tener un rumbo claro en el plan de Dios para sus vidas.
Cuando encomendamos a Jehová nuestro camino le estamos diciendo a Dios “Me pongo en tus manos porque confío en Ti”, o como el profeta Isaías  “Heme aquí envíame mi”, de manera que entregamos toda nuestra voluntad para que sea Él quien nos dirija y así poder entender su plan para nuestras vidas. ¿Queremos escuchar la voz de Dios? Entonces tenemos que escudriñar las sagradas escrituras porque toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia y nos prepara para toda buena obra. No es difícil escuchar la voz de Dios, solo hay que tener disposición para escuchar y obedecer.
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”  Santiago 1:22.

Oscar Molina. 

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