Si usted estudia con atención las Sagradas escrituras notará
lo difícil que fue para los profetas , para Jesús y para los Apóstoles, hacerle
entender a los israelitas el mensaje de Dios, ellos (Profetas, Jesús,
Apóstoles) tuvieron que enfrentarse a una cultura muy difícil debido a que
desde muy pequeños, además de aprender a adorar a un único Dios también se les
enseñaba muchas fábulas y mandamientos de hombres, o sea, doctrinas que salían
de sus mismas mentes; muchas de ellas quizás con la mejor intención de
contribuir a mantener orden y buenas costumbres
en su sociedad, el asunto es que cuando estas se colocan por encima de las
ordenanzas y decretos de Dios, lo que hacen es hundir mas al hombre en sus
delitos y pecados.
El mismo Jesús, celoso de la palabra de Dios y su
cumplimiento, en una oportunidad cito el pasaje de Isaías de la siguiente
manera: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues
en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. Mateo 15:8,9; cuando leemos el contexto del
pasaje nos damos cuenta que citó esta parte de las Escrituras el para hacerle
entender a las autoridades religiosas de su tiempo que eran unos hipócritas,
tratando de manipular al pueblo en vez de enseñarles el verdadero mandamiento;
pero no fue esta la única oportunidad en que lo hizo, en otras oportunidades
les habló fuertemente, como en Mat 6:5 al 7; Mat 7:5, también en Mat
12:1-15; Luc 12:1 y así les hizo ver su gran falla con respecto a la
honra y obediencia a Dios.
Cuando revisamos con cuidado la conducta del cristiano en
nuestros días, notaremos que todavía hay conductas que tenemos que cambiar en
el seno de la iglesia del Señor; muchos interpretan las Escrituras a su antojo,
sin hacer una exegesis responsable de lo que estudian y dan por hecho que, lo
que captaron (según ellos) es la verdad y de manera irresponsable lo enseñan y
hasta exigen conductas que no tienen nada que ver con lo que Dios espera de
nosotros. Otra conducta podemos observarla en personas que piensan que saben
más que los propios Apóstoles los cuales invirtieron mucho de su tiempo y de su
vida para entregarnos la enseñanza del nuevo pacto, la cual les fue entregada
por el mismo Dios hecho hombre; otros son muy fieles a su congregación, llegan
muy temprano el domingo a la celebración del culto o a cualquiera de las
actividades de la semana, reciben con mucho entusiasmo la enseñanza y se
sienten agradecidos por lo aprendido, elogian la palabra de Dios y le dicen al
pastor o maestro: ¡que buen estudio..! Pero una vez que ponen un pie fuera del
templo y se enfrentan a una situación en la que podrían poner en práctica lo
aprendido no lo hacen, sino que, prevalece su propia voluntad, tanto en los
negocios, el trabajo y sus relaciones interpersonales; algunos dicen sin
importar lo que la Biblia les enseñe: ¡en este momento no estamos en la
iglesia, estamos en mi negocio...! O ¡la iglesia es una cosa y mis negocios o
mi vida otra…! Como si Dios no tuviera
que actuar en todos los ámbitos de nuestra vida, es más, algunos llaman a su
vida fuera de la iglesia vida secular, lo cual no aparece en las escrituras por
ningún lado; y no podemos dejar de mencionar aquel hermano que piensa que por
su lenguaje evangélico su vida es más santa que la de sus hermanos y critica
todo lo que a su parecer es malo en vez de exhortar con amor cuando exista una
verdadera razón como nos enseña el Apóstol Pablo. De manera que después de esta
reflexión no nos queda más que revisarnos con sinceridad para ver en que
fallamos a nuestro Señor, no pensemos que ya lo sabemos todo y que nuestra vida
es el modelo a seguir para quienes nos rodean, hay que doblar rodilla y con
humillación pedirle al Todopoderoso que nos guie para entender en qué le
fallamos para así aplicar el correctivo necesario.
“Procura con diligencia presentarte
a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa
bien la palabra de verdad”
2Timoteo 2:15
Oscar Molina
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