jueves, 8 de enero de 2015

¿Honra de labios u Obediencia? Isaías 29:13

Si usted estudia con atención las Sagradas escrituras notará lo difícil que fue para los profetas , para Jesús y para los Apóstoles, hacerle entender a los israelitas el mensaje de Dios, ellos (Profetas, Jesús, Apóstoles) tuvieron que enfrentarse a una cultura muy difícil debido a que desde muy pequeños, además de aprender a adorar a un único Dios también se les enseñaba muchas fábulas y mandamientos de hombres, o sea, doctrinas que salían de sus mismas mentes; muchas de ellas quizás con la mejor intención de contribuir a mantener  orden y buenas costumbres en su sociedad, el asunto es que cuando estas se colocan por encima de las ordenanzas y decretos de Dios, lo que hacen es hundir mas al hombre en sus delitos y pecados.
El mismo Jesús, celoso de la palabra de Dios y su cumplimiento, en una oportunidad cito el pasaje de Isaías de la siguiente manera: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. Mateo 15:8,9; cuando leemos el contexto del pasaje nos damos cuenta que citó esta parte de las Escrituras el para hacerle entender a las autoridades religiosas de su tiempo que eran unos hipócritas, tratando de manipular al pueblo en vez de enseñarles el verdadero mandamiento; pero no fue esta la única oportunidad en que lo hizo, en otras oportunidades les habló fuertemente, como en Mat 6:5 al 7; Mat 7:5, también en Mat 12:1-15; Luc 12:1 y así les hizo ver su gran falla con respecto a la honra y obediencia a Dios.
Cuando revisamos con cuidado la conducta del cristiano en nuestros días, notaremos que todavía hay conductas que tenemos que cambiar en el seno de la iglesia del Señor; muchos interpretan las Escrituras a su antojo, sin hacer una exegesis responsable de lo que estudian y dan por hecho que, lo que captaron (según ellos) es la verdad y de manera irresponsable lo enseñan y hasta exigen conductas que no tienen nada que ver con lo que Dios espera de nosotros. Otra conducta podemos observarla en personas que piensan que saben más que los propios Apóstoles los cuales invirtieron mucho de su tiempo y de su vida para entregarnos la enseñanza del nuevo pacto, la cual les fue entregada por el mismo Dios hecho hombre; otros son muy fieles a su congregación, llegan muy temprano el domingo a la celebración del culto o a cualquiera de las actividades de la semana, reciben con mucho entusiasmo la enseñanza y se sienten agradecidos por lo aprendido, elogian la palabra de Dios y le dicen al pastor o maestro: ¡que buen estudio..! Pero una vez que ponen un pie fuera del templo y se enfrentan a una situación en la que podrían poner en práctica lo aprendido no lo hacen, sino que, prevalece su propia voluntad, tanto en los negocios, el trabajo y sus relaciones interpersonales; algunos dicen sin importar lo que la Biblia les enseñe: ¡en este momento no estamos en la iglesia, estamos en mi negocio...! O ¡la iglesia es una cosa y mis negocios o mi vida otra…!  Como si Dios no tuviera que actuar en todos los ámbitos de nuestra vida, es más, algunos llaman a su vida fuera de la iglesia vida secular, lo cual no aparece en las escrituras por ningún lado; y no podemos dejar de mencionar aquel hermano que piensa que por su lenguaje evangélico su vida es más santa que la de sus hermanos y critica todo lo que a su parecer es malo en vez de exhortar con amor cuando exista una verdadera razón como nos enseña el Apóstol Pablo. De manera que después de esta reflexión no nos queda más que revisarnos con sinceridad para ver en que fallamos a nuestro Señor, no pensemos que ya lo sabemos todo y que nuestra vida es el modelo a seguir para quienes nos rodean, hay que doblar rodilla y con humillación pedirle al Todopoderoso que nos guie para entender en qué le fallamos para así aplicar el correctivo necesario.
“Procura con diligencia presentarte  a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”  2Timoteo 2:15

Oscar Molina 

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