La comunión con Dios
Filipenses 3:7-10
Filipenses 3:7-10
Dios
creó al hombre y a la mujer para que se relacionáran con Él. El tipo de
comunión que disfrutaron Adán y Eva con el Señor, es también la que estaba
destinada para nosotros. Pero después de entrar el pecado en el mundo, todo
cambió. La relación que Dios quería tener con la humanidad se rompió, y esa
dañada condición ha pasado de una generación a otra.
Pero,
como sabemos, ese no es el final de la historia. Dios envió a su Hijo
Jesucristo a morir en nuestro lugar para que nuestros pecados pudieran ser
perdonados, y para restablecer nuestra relación con Él. Por la fe en Cristo,
somos adoptados en la familia de Dios y pertenecemos a Él para siempre, tal
como Él quiso que fuera originalmente.
Pero, ¿qué sucede, entonces, si después de ser salvos, no profundizamos en nuestra relación con Él? Algunos cristianos pueden perder su fervor inicial por el Señor; dejar de leer la Biblia y de asistir con regularidad a la iglesia. Quizás otros tratan de concentrarse en el Señor, pero dejan que los asuntos terrenales los distraigan. Con el tiempo, algunos cristianos se sienten bien con lo que les resulta cómodo y familiar. Tristemente, desaprovechan el profundo gozo que Dios quiere darles. Pero aquellos que hagan de Jesús la prioridad de su vida, tendrán una relación más profunda que sobrepasa cualquier vínculo terrenal.
Pero, ¿qué sucede, entonces, si después de ser salvos, no profundizamos en nuestra relación con Él? Algunos cristianos pueden perder su fervor inicial por el Señor; dejar de leer la Biblia y de asistir con regularidad a la iglesia. Quizás otros tratan de concentrarse en el Señor, pero dejan que los asuntos terrenales los distraigan. Con el tiempo, algunos cristianos se sienten bien con lo que les resulta cómodo y familiar. Tristemente, desaprovechan el profundo gozo que Dios quiere darles. Pero aquellos que hagan de Jesús la prioridad de su vida, tendrán una relación más profunda que sobrepasa cualquier vínculo terrenal.
La comunión con Dios hizo que el alma de
David quedará “satisfecha como de un suculento banquete” (Sal 63:5 NVI). Pablo
veía sus logros como nada en comparación con “la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús” (Fil 3:8). Acérquese al Padre celestial, y experimente la
bendición de conocerle.
Fuente: Encuentro con Jesús Oneplace.com
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