La irreverencia en el templo
La irreverencia es una actitud que denota irrespeto y poca
disposición a la veneración, este ha sido uno de los grandes problemas que se
observan en nuestras iglesias y que de manera inexplicable es poco atacado,
quizás por temor a la susceptibilidad de algunos asistentes a las
congregaciones o por temor a perderlos, temor que nunca ayudará a quienes están
inmersos en esta situación.
Mucho podríamos hablar de lo que
significa una vida reverente para un hijo de Dios, sin embargo, mi énfasis por
ahora es el comportamiento del creyente en el templo donde se supone que en
comunión unos con otros nos reunimos para alabar al Dios Todopoderoso el cual
es digno de toda honra y todo honor, todo nuestro respeto y veneración. La
actitud irreverente se manifiesta en la persona desde el mismo momento en que
decide no darle importancia a la hora de llegada a su cita para adorar o
aprender en el templo o donde sea que se lleva a cabo la actividad, no se trata
de ser inflexible, hay situaciones que se escapan de nuestras manos con
respecto a la hora, pero si esta fuera una razón de peso por la que tuvimos que
llegar tarde, se debe ser cuidadoso para no perturbar la atención de quienes
han sido fieles en su llegada. Otra manera en que se manifiesta la irreverencia
es cuando no respetamos a quienes tienen toda la intención escuchar el mensaje
o concentrarse en la adoración o en la oración, y comenzamos a conversar o nos
paramos y estamos en constante movimiento, saliendo y entrando a cada momento;
es claro que de momento alguien necesite ir al baño o tenga que sacar un bebe
por algún tipo de necesidad pero debemos ser inteligentes para no llamar la
atención o al menos tratar de que el menor número de personas sean perturbadas.
Es importante que todos colaboremos
en el orden dentro del templo, recordemos que el mismo Apóstol Pablo nos dice:
“Pero hágase todo decentemente y con ORDEN”. 1Cor 14:40. De igual manera es importante que nuestros
niños reciban la debida instrucción en el hogar de como deben comportarse en la
casa de Dios, ellos le dan poca importancia a la reverencia porque no se les
enseña con respecto a este tema; si no aprende en su niñez él será luego un
joven irreverente y mas tarde un adulto irreverente; ellos pueden aprender, no
debemos pensar en la falsa idea de que los estamos presionando y luego se nos
van al mundo, todo depende del método que usted utilice para enseñarles, pero
ellos deben entender que tienen toda una semana para jugar y hacer muchas cosas
pero el espacio de tiempo del Señor es sagrado. Otra cosa que perturba la
reverencia en el servicio es el llanto de un bebe, pero eso tiene solución,
algunas iglesias tienen un lugar específico con un personal especializado para
cuidar los bebes, pero cuando la iglesia no posee este recurso, entonces
dejamos los últimos asientos para las madres que tienen bebes, de manera que
ellas puedan en determinado momento salir para calmar o alimentar al bebe sin
que se altere el orden en el servicio y si el niño ya está en edad de párvulo y
es inquieto pueda salir y calmarlo o corregirle según sea necesario.
Todos los creyentes debemos ser
cuidadosos de que el servicio dedicado a Dios se desarrolle en un ambiente de
paz y tranquilidad con el mínimo posible de perturbación tratando de darle al
Altísimo la excelencia en nuestra adoración colectiva pero para eso se necesita
la colaboración de todos.
Nunca olvides: “Todo lo que hagáis,
hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del
Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor
servís. Colosenses 3:23-24.
Oscar Molina.
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