1 Corintios 14:34,
35
¿Cuál es el papel de la mujer en la iglesia? Algunas personas utilizan 1
Corintios 14:34 y 35 para decir que la mujer no debería desempeñar posiciones
de liderazgo. ¿Qué es lo que Pablo estaba enseñando en ese pasaje?
En este pasaje, Pablo expresa claramente que la
mujer debe guardar silencio en la iglesia. Si esa prohibición es interpretada de manera absoluta, como algunos lo hacen, las mujeres básicamente deberían desaparecer de la iglesia. Esto significaría que
ellas podrían proclamar el evangelio a sus amigos y sus parientes, pero en el momento en que fueran a la iglesia, su libertad para proclamar la bondad de Dios llegaría a su fin. Tal comprensión del papel de la mujer en la
iglesia no está fundamentada en la
Biblia.
A lo largo de la historia, Dios ha utilizado a mujeres en diferentes funciones. Es particularmente
importante el hecho de que las profetisas proclamaron
sus mensajes al pueblo de Dios en
público (Ex 15:20; Jue. 4:4-16; 2 Rey. 22:14-20; Hech. 2:17; 21:9). Pablo mismo reconoce que
una mujer puede orar y profetizar en la iglesia;
que a las mujeres no se les tiene estrictamente prohibido hablar en la iglesia. Dios, a través de los dones del Espíritu, les garantizó ese derecho y privilegio (1 Cor. 11:5).
La pregunta es: ¿qué quiso decir Pablo cuando declaró que las mujeres deberían guardar silencio en la iglesia? Deberíamos tener varias
cosas en mente.
1. Tensiones durante la
adoración: Uno de los problemas que Pablo tenía para reunirse en la
iglesia de Corinto
era decidir la conducta adecuada en la iglesia. Diferentes grupos, con
distintas ideas, creaban confusión y tensiones (ver 1 Cor. 1:10, 11; 14:26). Esto sugiere que ese discurso de la mujer que
Pablo prohibió contribuía, de alguna manera, a
aquel estado de confusión. Esto es apoyado por el
hecho de que el discurso de la mujer al que
Pablo se refirió estaba relacionado con preguntas que ellas hacían y posiblemente comentarios
hechos, que no contribuían al adecuado orden en la iglesia. Esto está indicado por el
hecho de que Pablo les dijo que, si
tenían alguna pregunta, deberían hacerla a
sus esposos en el hogar.
2. La predicación no es el
tema. La discusión no giraba alrededor de si la mujer
podía predicar u ocupar posiciones importantes de liderazgo en la iglesia, sino alrededor de la actitud
apropiada en la iglesia cuando la instrucción estaba siendo dada. Prohibir a las mujeres predicar, enseñar u ocupar posiciones de liderazgo en la iglesia es hacer un mal uso de este texto. Pablo estaba abordando una
situación muy específica y les estaba aconsejando a los líderes de la iglesia cómo tratar con aquella. Estaba
reglando la única clase de discurso
mencionado directamente en el texto; a saber, hacer preguntas.
3. Las mujeres deberían ser instruidas. El consejo de Pablo no niega a las mujeres el derecho de aprender. Declaró que, en la iglesia, debían aprender en silencio, sin hablar, sujetándose a la instrucción
que se les estaba dando. En el
mundo antiguo, era descortés que los estudiantes interrumpieran a sus
maestros con preguntas que, en
algunos casos, mostraban su ignorancia del tema e interrumpían
el proceso de enseñanza.
En este caso, Pablo declara que las mujeres no deberían interrumpir al
maestro con preguntas que pudieran desorganizar la reunión; su educación también podría tener
lugar en el hogar. En ese ambiente más
privado, ellas podrían hacer preguntas a sus esposos y ser instruidas apropiadamente. El hecho de que era esperable que
los esposos compartieran su conocimiento con sus esposas indica que este no era de su posesión exclusiva. En
principio, Pablo estaba ratificando el derecho a aprender de las ujeres.
Este derecho a aprender acerca del evangelio no tenía
el mero propósito de incrementar su conocimiento
para la realización personal. Implicaba que ellas debían
ser entrenadas para enseñar a otros.
Este texto sencillamente
sugiere que en algunas iglesias había tensiones entre las mujeres y sus instructores. Pablo trató de controlar esa situación al poner freno a una situación abusiva, pero
no cercenó el privilegio de orar, aprender y profetizar en público (1 Cor. 11:5); de hecho, el verbo griego “sigao”, “guardar silencio”,
también podría ser traducido como “tranquilizarse”, en el sentido de no ser demasiado osado al
hablar. No deberíamos leer la declaración de Pablo como que prohíbe permanentemente a las mujeres hablar en público. La razón por la que Pablo
brinda este consejo es que una conducta
tal es impropia para la mujer cristiana en la iglesia. La iglesia no es el lugar adecuado para que una
persona –sea hombre o mujer– entre en controversias verbales con los que están a cargo de instruir a la congregación. La armonía
cristiana es la norma.
Autor: Ángel
Manuel Rodríguez
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