Hambre en el mundo se dispara por pandemia llevando a 811
millones de personas a la desnutrición
En
2020 el 30% de la población mundial no tuvo acceso a una alimentación adecuada
Por Diana Mabel González Salgado
12 de julio de 2021
Así
lo concluye el informe publicado por cinco agencias de Naciones Unidas, que
analiza la seguridad alimentaria mundial durante el año 2020 y apunta a una
“coyuntura crítica” en la que se ven amenazados la vida y los medios de
subsistencia de millones de personas de todo el mundo.
La
Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de Naciones Unidas
para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la
Organización Mundial de la Salud (OMS), no obstante, depositan sus esperanzas
en un renovado impulso democrático que revierta esta situación.
En
este sentido, 2021 “ofrece una oportunidad única para avanzar en la seguridad
alimentaria y la nutrición a través de la transformación de los sistemas
alimentarios con la próxima Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU, la
Cumbre de Nutrición para el Crecimiento y la COP26 sobre el cambio climático”,
ya que “será necesario un “enorme” esfuerzo para dar un giro y conseguir la
meta propuesta para 2030.
Las
cinco agencias se han mostrado “preocupadas” por el aumento del hambre en
términos absolutos y proporcionales en 2020, ya que supera incluso el
crecimiento de la población. Frente al 8.4 por ciento de todas las personas que
estaban desnutridas en 2019, este porcentaje aumentó hasta el 9.9 por ciento el
año pasado.
Más
de 2,300 millones de personas, lo que representa el 30 por ciento de la
población, no tuvieron acceso a una alimentación adecuada en 2020, un indicador
que ha dado “un salto en un año tan grande como los cinco anteriores juntos”,
alerta el informe.
El
mayor aumento del hambre, en términos geográficos, se ha producido en África,
donde la prevalencia estimada de la desnutrición –el 21 por ciento de la
población– es más del doble que en cualquier otra región y están desnutridas un
tercio –282 millones– de todas las personas en el mundo. Por otro lado, más de
la mitad de todas las personas desnutridas, 418 millones, viven en Asia,
mientras que 60 millones corresponden a América Latina.
Además,
del análisis de la situación mundial se desprende que también ha agrandado la
brecha de género, ya que, por cada 10 hombres con inseguridad alimentaria,
había 11 mujeres.
EL ALTO PRECIO QUE PAGAN
LOS NIÑOS
En
cuanto a la malnutrición, “persistió en todas sus formas”, lamenta el informe,
y “los niños pagaron un alto precio”, ya que se estima que más de 149 millones
de menores de cinco años tenían retraso en el crecimiento o eran demasiado
bajos para su edad, y más de 45 millones estaban demasiado delgados para su
estatura. Además, casi 39 millones tenían sobrepeso.
Mientras,
3 mil millones de adultos y niños siguen sin poder seguir una dieta saludable,
en gran parte debido a los costes excesivos, y casi un tercio de las mujeres en
edad reproductiva padecen anemia.
Aunque
la pandemia ha provocado recesiones brutales y ha puesto en peligro el acceso a
los alimentos, el hambre ya se extendía antes de la COVID-19 y los avances en
materia de malnutrición se retrasaban, una afectación que se materializa con
más fuerza en los países afectados por conflictos, fenómenos climáticos
extremos o que luchan contra una gran desigualdad. Factores todos ellos que son
identificados en el informe como principales impulsores de la inseguridad
alimentaria.
Según
las tendencias actuales, y a pesar de los avances en algunas áreas, el mundo no
está en camino de alcanzar los objetivos de ningún indicador de nutrición para
2030 –contemplado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2– y se incumplirá
por un margen de casi 660 millones de personas. De estos 660 millones, unos 30
millones pueden estar relacionados con los efectos duraderos de la pandemia. Para
enfrentar esta “crítica coyuntura”, las agencias insisten en que “la
transformación de los sistemas alimentarios es esencial para lograr la
seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y poner dietas saludables al
alcance de todos”.
“CAMINOS DE
TRANSFORMACIÓN”
El
informe presenta “seis caminos de transformación” para contrarrestar el hambre
y la desnutrición, en el que insta a los políticos a integrar las políticas
humanitarias, de desarrollo y consolidación de paz en zonas de conflicto
mediante, por ejemplo, medidas de protección social.
También
sugieren aumentar la resiliencia climática en todos los sistemas alimentarios y
fortalecer la capacidad de recuperación económica de los más vulnerables con
programas que entreguen ayuda en especie o en efectivo, entre otros.
Las
cinco agencias plantean a los gobiernos intervenir a lo largo de las cadenas de
suministro para reducir el costo de los alimentos nutritivos, así como abordar
la pobreza y desigualdades estructurales y reforzar los entornos alimentarios y
cambiar el comportamiento de los consumidores, como reducir el contenido de
azúcar y sal en el suministro de alimentos.
Una
última petición que se lanza en el informe es que se garantice un “entorno
propicio para los mecanismos e instituciones de gobernanza” para hacer posible
la transformación a la vez que insisten en q e “el mundo debe actuar ahora”, ya
que, de lo contrario, “los impulsores del hambre y la desnutrición se repetirán
con creciente intensidad durante los próximos años, mucho después de que haya
pasado el impacto de la pandemia”.
Con información de
Europa Press
laespadade2filos.blogspot.com
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